La Isla Prince Edward, o Isla del Príncipe Eduardo, se presenta como un paraíso natural de paz y tranquilidad de Canadá, ideal para un viaje cultural y natural con la familia o en pareja, un islote con mucha historia, donde viviremos experiencias inolvidables en pleno contacto con la naturaleza.

La Isla del Príncipe Eduardo, rodeada por el imponente Océano Atlántico, es conocida también como el Jardín del Golfo, puesto que se encuentra en el Golfo de San Lorenzo y posee unos paisajes de una exuberante vegetación. Actualmente la paradisíaca y solitaria isla se halla unida al continente por el impresionante y largo Puente de la Confederación, uno de sus grandes reclamos turísticos. La ciudad principal, Charlottetown, es una de las ciudades más visitadas y conocidas de Canadá puesto que aquí se originó la Confederación Canadiense, importante hecho histórico del país norteamericano y del cual quedan numerosas huellas repartidas también por el resto de la Isla. Otras ciudades y localidades que merece la pena visitar son Kesington, Georgetown y Montague, entre muchas otras. Pero son sus playas y calas vírgenes los mayores reclamos del islote canadiense que, aunque no sean aptas para el baño a causa de las bajas temperaturas de sus aguas, poseen un encanto muy especial y se hallan rodeadas de espectaculares paisajes acantilados. Son muchos los tours temáticos que se pueden realizar en la Isla del Príncipe Eduardo, desde tours históricos centrados en la Confederación hasta tours centrados en el arte y la artesanía típica de la isla, siendo la cerámica el material que más se trabaja en la zona. Los amantes de la literatura encontrarán otro valor añadido a su visita, puesto que las hazañas en la novela de “Ana y las Tejas Verdes”, de Lucy Maud Montgomery, se desarrollan en esta isla.

Viajar a la Isla de Prince Edward es encontrarse a uno mismo, implica desconectar por completo con la vida cotidiana y olvidar los problemas para sumergirse en un estado de total tranquilidad, una isla con un aire melancólico y con un encanto muy especial que no decepcionará a quién se atreva a visitarla y disfrute de sus múltiples maravillas.