La ciudad francesa de Metz, conocida por muchos como la «Ciudad Jardín», es una preciosa ciudad amurallada repleta de rincones y monumentos de gran interés. Cultura, historia, gastronomía y arte se mezclan originando una de las agendas culturales más completas de Francia.

Metz es una ciudad cosmopolita y tolerante, pero también tradicional y antigua. En ella se unen modernismo y tradición, configurando así un gran destino para conocer y visitar Francia. El patrimonio artístico e histórico de la ciudad es impresionante, siendo algunos de los monumentos y edificios más importantes la Catedral de San Esteban, una de las mayores catedrales de estilo Gótico de toda Europa, la Iglesia de Saint-Pierre-aux-Nonnains, una de las iglesias más antiguas en Francia, y las iglesias de San Vicente y San Martin, ambas pertenecientes a la Edad Media. Pasear en Metz, ya sea a pie o en bicicleta, es un auténtico placer, ya que son numerosos los espacios verdes y plazas encantadoras diseminadas por la ciudad, siendo las más concurridas y atractivas las plazas de Armes y Comédie y la plaza medieval de San Luis. Tampoco nos podemos perder un paseo por las murallas romanas y por el barrio imperial, lugares con mucho encanto y huella viva de la larga historia de la ciudad francesa. Metz se disfruta a través de todos los sentidos, es una ciudad para contemplar y hacer, pero sobre todo, para sentir. La gastronomía de Metz es muy famosa dentro Francia, ya que aquí se elaboran auténticas delicatessen como las ciruelas Mirabelle, la tarta que recibe el mismo nombre, y la Quiche Lorraine.

La forma más cómoda de llegar a Metz es viajar en avión hasta París, y proseguir nuestro viaje en tren. Gracias a la aparición de las aerolíneas de bajo coste, hoy en día puede ser muy barato volar hasta París. Compañías como Easy jet o Ryanair ofrecen vuelos inferiores a los cien euros, ida y vuelta. En cuanto al alojamiento, Metz, al ser una ciudad muy turística, posee una amplia gama donde elegir, para todos los gustos y bolsillos.