Berlín está de moda, una ciudad que conserva su encanto tan especial y que aún no ha sucumbido a la globalización, como sí lo han hecho la gran mayoría de capitales europeas. Gracias a la amplitud de la ciudad, la noche berlinesa está libre de horarios de cierres y vecinos que se quejen, la noche berlinesa no tiene fin.
Vibrante, única, extravagante, loca, onírica, mágica, interminable, tolerante… La noche berlinesa puede ser definida de mil y una formas, pero el adjetivo que mejor la define es, sin lugar a dudas, singular. ¿Nueva York la ciudad que nunca duerme? Totalmente falso, Berlín sigue muy despierta cuando los neoyorkinos llevan ya horas dormidos en sus camas. Para disfrutar de Berlín al cien por cien, conocer su vida nocturna es indispensable, la cultura no se encuentra sólo en los museos de la ciudad sino también en sus clubs y zonas de marcha. Además de la Puerta de Brandemburgo o el Reichstag, para muchos es Berghain el auténtico símbolo de Berlín, un monumento en toda regla. Se trata del club de los clubes berlineses, un auténtico hito, una vez se cruzan las puertas de esta antigua central eléctrica, el surrealismo hace acto de presencia y el mundo exterior parece aún más gris. Lo difícil es poder entrar, sobre todo si eres turista. La hora punta es mejor evitarla, de 3 a 4 de la mañana aproximadamente, así como evitar hablar español mientras esperamos. El edificio es un laberinto de salas, rincones y pasadizos que no deja indiferente a nadie, un edificio donde la tolerancia es la gran protagonista junto a las luces de neón, la mejor música electrónica y la sensualidad.
Edad, orientación sexual o sexo es lo que menos importa en Berghain, un lugar hecho para todos y el disfrute de todos. Otros núcleos de la “marcha berlinesa” son Simon-Dach-Straße, en Friedichshain, y Oranienburger Straße, en el distrito de Kreuzberg. Por último, si lo que busca son emociones fuertes y vivir nuevas experiencias, no puede perderse una visita nocturna al club fetichista berlinés por antonomasia: Kit-kat Club.