Las vacaciones durante el verano, ya sea en destinos de playa, como de campo y sierra, representan un periodo de tiempo durante el cual queremos eximirnos de las preocupaciones y no queremos pensar en las responsabilidades que nos atañen.
Pero la amenaza del sol no entiende de momentos gratos, y ataca cuando mas desprevenidos estamos.
Es por ello que debemos inculcarnos unos protocolos de protección y realizarlos de forma mecánica para que el momento de usar cremas protectoras no pase inadvertido y una seria quemadura solar haga estragos nuestra piel por culpa de un descuido.
Existen muchos tipos de piel y muy diferentes, pero ninguna se libra de la fortaleza con la que nos sacude el sol. Para todas aquellas personas que piensan que un buen bronceado duradero se consigue exponiéndose prolongadamente al sol durante unas pequeñas escapadas a la playa, sepan que para que este sea saludable y nos dure el mayor tiempo posible, esto es contraproducente, ya que lo que provoca esta situación son peligrosas quemaduras en las capas mas externas de la piel que la oscurecen solo por el tiempo que tarde en secarse y caerse, cosa que ocurre precozmente.
A partir de ese momento es el fin de un bronceado, pero puede ser el comienzo de los problemas de piel que cada vez sufrimos más frecuentemente y que pueden desencadenar los tan temidos tumores de piel, melanomas…
Es por ello que deben usarse protectores solares que se adecuen a la fortaleza del periodo vacacional en el que nos encontremos, protegiéndonos con lociones de mayores factores de protección en pleno verano y no olvidando que aunque nos vayamos de vacaciones en septiembre, un factor de protección, aunque sea más bajo, es necesario si no queremos padecer quemaduras que estropeen la piel que tanto nos ha costado darle color.
Y recuerda no abusar de lo aceites bronceadores, que usados en las horas más fuertes de radiaciones solares pueden agravar esta situación. Durante tus vacaciones sé sensato y cuida tu piel, en el futuro te lo agradecerá.