Visitar la ciudad fortificada de Carcassonne, en la región francesa de Languedoc-Roussillon, supone realizar un viaje en el tiempo. Se trata de una ciudad que nos transportará directamente a la Edad Media, con un gran patrimonio artístico e histórico, costumbres, parajes y gente entrañable que espera ansiosa nuestra visita.

Situada al sur de Francia, la ciudad de Carcassonne posee un sinfín de posibilidades para que disfrutemos al máximo de nuestra estancia, una ciudad medieval con mucho que ofrecer y que se encuentra dividida claramente en dos partes principales, la denominada Cité Médiévale y la Bastide de Saint-Louis. La ciudadela o Cité Médiévale es la principal atracción turística de Carcassonne puesto que en esta zona se concentra el mayor número de monumentos y edificios históricos, un patrimonio que ha ido enriqueciéndose a lo largo de los siglos gracias a que la ciudad ha sido el asilo de numerosas culturas distintas. Algunos de los rincones más significativos de la Cité Médiévale son el Castillo de los vizcondes de Trencavel, que data del siglo XII, la Basílica de Saint-Nazaire, sus inmutables murallas galas, La Palestra y la Puerta de Narbonne. Todas estas joyas han propiciado que la ciudadela fuera declarada hace más de diez años Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Un rincón único situado a las orillas del Río Aude y que no nos podemos perder por nada.

Por otro lado, nos encontramos con la segunda zona de Carcassonne, La Bastide Saint-Louis, comunicada con la anterior por dos puentes: el Pont Neuf y el Pont Vieux. Aunque no posee grandes monumentos, aquí nos encontraremos un gran número de restaurantes y locales donde poder degustar la cocina típica del sur francés además de clubs, bares y discotecas que convierten a la zona en la mejor para salir de fiesta. Por último, a pocos kilómetros de La Bastide Saint-Louis se halla otra de las atracciones más llamativas de la región, el Canal de Midi, declarado también Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.